Paupérrima historia occidental del Objeto último del Deseo

 

Ésta ínfima reflexión, casi de un filósofo amateur y analista no tan amateur, tiene la finalidad de compartir un punto de vista acerca de la evolución de los últimos siglos de lo que podría llamarse el Objeto del Deseo, es decir, aquel objeto que supuestamente calma la sed última de los seres humanos y responde a las pregunta "¿Para qué vivimos y morimos? ¿De qué disfrutamos y sufrimos?".

No voy a extenderme desde los orígenes de occidente, pues sería larguísimo y poco útil, pues lo que haya acontecido allá en Grecia y Roma hoy poco nos deja; bástenos considerar que lo que haya sobrevivido lo hizo a través del Cristianismo durante la Edad Media, especialmente en lo que a la religión y las políticas de Estado en este sentido se refirieron.

Partamos, pues, de la Baja Edad Media, su declinar hacia el 1500 y consideremos que en este mundo cultural hay un Objeto último del Deseo, que es la persona de Jesús, el Cristo.  No es "la cristiandad" el Objeto del Deseo, sino la persona del Cristo Resucitado, su condición humana y divina simultánea, corporal y espiritual.

La etapa que sigue, llamada "del Humanismo" o "Renacimiento", tuvo por finalidad ir "abstrayendo" si se quiere de la persona de Cristo sus valores, sus ideales... son los siglos de la Razón, de la Adultez, de la madurez de los hombres que pueden, por fin, verse liberados de un Superyó personalizado y manejarse autónomamente frente a sus propios ideales.  Estos ideales pasan a ser no ya los del Padre de Jesús, sino los de cada ser humano, y se da el traspaso de vincularse con Alguien Trascendente a Algo Inmanente, de persona a idea.  Estas ideas, estos valores son buenos en sí, y culminarán plasmándose en la Trinidad Francesa: Libertad, Fratenidad, Unidad.  Ésta época también será la de considerar a la tierra como Objeto útimo del Deseo, sea en su vertiente del capitalismo o del marxismo, cada uno dándole un lugar distinto, pero ambos haciendo depender la moral y la religión de los autores de la posesión del dinero (el poder).

El siglo XIX culminó mostrando el germen del fin de la creencia en la posesión posible de estos ideales, al mostrar las clases sociales establecidas o en lucha para conseguir Algo que se consideraba realizable, y ahí está la clave de la cuestión.  El mito de la felicidad mundana posible.  Daría la impresión que los cambios en la vida sexual del siglo anterior también está ligado a esto, y que las mujeres, siempre metáforas del enigma del desear, han encarnado apasionadamente este creencia cultural, el de la felicidad posible a base de ninguna renuncia; y en donde ellas mismas y especialmente su cuerpo, también ligado a la imagen de la Tierra, son el objeto último del deseo.  Los varones, en cambio, carne de los Ideales de antaño, han caído en desgracia, como un ángel que se precipita a la Tierra arrojado del Cielo. de Dominus a Daemon, y aún a Diablo(1).  La idea es que entendamos que el Objeto del Deseo es inmanente y es realizable.  La búsqueda de este objeto último del deseo ha hablado a Eros y de Eros en muchos sentidos, que el psicoanálisis se esforzó en escuchar.

Ahora bien, aquí surge la cuestión, y es que el Objeto del Desear realizado trae la muerte, es decir, el fin del movimiento, y es por eso que hace falta continuar deseando, para no morir.  En mi humilde apreciación, creo que este paradigma está llegando o bien a su cénit o bien a su exterminación, a partir de los últimos años del siglo XX y primeros del XXI, y esta afirmación está basada en lo que podríamos llamar la preminencia del acto, es decir, del pasaje al acto, de un movimiento anti-esperanza, anti-deseo, en donde el Objeto último del Deseo, esos ideales modernos, se conciben bajo la condición de irrealizables, pero contrariamente a lo esperable, no se restituyen como ideales sino como anti-ideales, no moviendo ya el deseo, sino paralizándolo.  Daría la impresión que el movimiento iniciado en la Baja Medievalidad condujo de la Persona a los Ideales, y de los Ideales al Yo; no siendo sólo menos objetal sino también menos abstracto.  Dicho analíticamente, un movimiento que parecería haber transcurrido del Objeto al Ideal del Yo, y del Ideal del Yo al Yo ideal.  ¿Es un movimiento de psicotización, en sentido amplio de la palabra?  Y si así fuera, ¿cuál sería el sentido de todo esto? ¿Podemos situar la tríada psicopatológica actual: "Violencia-Depresión-Adicciones" al margen de estos movimientos culturales?

Saludos.

Gabriel

(1) De la raíz del verbo griego διαβάλλω (diabálló), que significa, entre otras cosas: "calumniar, falsear, mentir". Véase el contexto circunstancial que determina el significado que califica al portador del nombre, de lo que se deduce que de entre todas las acepciones posibles "calumniador, falseador, mentiroso" es la apropiada. [Fuente Wikipedia, artículo Demonio]