viernes 5 de enero de 2007

Internet y suicidio

Quisiera postear una nota publicada el día de hoy en el diario argentino Infobae. Es sobre un joven chino de 17 años que luego de chatear siete meses con su cibernovia de 19, el 26 de diciembre deciden verse, el joven viaja y la encuentra. Ella era de 29 y había falseado muchos más datos durante el chateo. El joven vuelve a su ciudad, se deprime y se ahorca colgándose de un árbol, en un lugar levemente retirado. Confieso que la nota me impactó y las razones pueden ser varias, pero voy a intentar atenerme a lo estricto de este blog.

El relato, así narrado, bien podría ser el núcleo de un cuento popular, o de un mito, independientemente de la región de la Tierra que se tratare: mujeres que al ser vistas producen la muerte instantánea del voyeur son ancestrales (ej. Medusa, entre los griegos); o mujeres transformantes, que de primera vista son hermosas pero luego horrorosas-mortíferas, otro tanto (ej. sirenas, la mujer vestida de blanco de la región guaraní o, en cierto sentido, Kulan entre los selk'nam...); o mujeres que cobran el precio de una vida por una infidelidad (ej. Caa-yarí entre los guaraníes). Morir en ese mini-exilio, lejos del terruño familiar, también daría para otras tantas asociaciones, como Judas, por ejemplo. El mismo Freud no le escatimó tinta al análisis de esos relatos. En cierto sentido, supongo que estas narraciones populares hubieran ayudado a nuestro pequeño amigo a sentirse más humano entre los humanos; pero es sólo un supuesto. Las voces contrarias de la ciencia dictaminan otra gran verdad: la organización psíquica previa; es decir, no todas las personas que atraviesan la misma situación acaban suicidándose, y ese es un hecho insoslayable.

Entonces, entre dramas humanos, mitos, análisis y psicología vamos llegando al punto donde quiero posicionarme. ¿Cuál fue el factor desencadenante? ¿Desilusión profunda? ¿Desencuentro con un objeto idealizado? Imposible no hacer referencia al narcisismo y la castración, nuestros dos grandes significantes claves. Pero no es la discusión del caso clínico, a modo de un ateneo, donde deseo detenerme, sino en aquello que me cuestionó y motivó postear esta reflexión: la relación de estos significantes con la Internet, y con el potencial suicida de tal combinatoria. En ese sentido, creo que como analistas estamos ante un desafío nuevo, que es el de descubrir de qué modo la Internet afecta -y es afectada por- la organización psíquica y la economía de la libido, en cualquiera de sus dos vertientes. En esta relación de afectación mutua muy pocas organizaciones permanecen aisladas; podemos incluir la familia y el poder gubernamental, la caída del padre y la palabra, el renacimiento de la sexualidad femenina, la información abierta, el contenido organizado a modo wiki, las teorías conspirativas y la lucha por el control de la internet, etc. Estas reflexiones tienen mucho potencial y exceden al blog. Lo que quise destacar es que la internet es un nuevo escenario, una nueva realidad, con semejanzas y diferencias respecto a nuestra realidad ya conocida, y que esa neo-realidad tiene un potencial mortífero. Nuestro trabajo, como agentes de salud, es conocer esa vinculación y estar atentos a cuando aparezca. Saludos y buen año.

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