viernes 25 de enero de 2008

Cinco líneas, la vida entera

Hoy recordamos y celebramos este brevísimo diálogo. Escuchémoslo atentamente:

- "Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?"
- "¿Quién eres, Señor?"
- "Soy Jesús de Nazareth, a quien tú persigues"
- "¿Qué debo hacer, Señor?"
- "Levántate y ve a Damasco. Allí te dirán lo que se te ha encargado realizar"

Hch 22, 7b-10
(Nuevo Testamento - Traducción interconfesional)

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jueves 24 de enero de 2008

Doctor del alma

Hoy es la memoria de San Francisco de Sales, un maestro humilde y de una claridad de conciencia excepcional. Los que tengan ganas es muy lindo para leer su libro "Introducción a la vida devota", de Ed. Lumen, también llamado "Filotea". Ahí se muestra la profunda escucha de este auténtico "psicólogo" cristiano.

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jueves 17 de enero de 2008

San Antonio Abad

Hoy es la Memoria de Antonio Abad. Una persona muy especial. Para quienes deseen conocer algo de él pueden ver aquí. Para quienes deseen conocer un poco más, hay un libro muy bueno que se llama "Los hombres ebrios de Dios", donde Lacarriere cuenta el origen del monacato cristiano y su relación con Egipto; entre ellos, está Antonio. Vale la pena.

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martes 19 de abril de 2005

Hamlet en Buenos Aires

Hoy es martes 19 de Abril, hacen casi 27ºC en Buenos Aires a pesar que el otoño ya comenzó hace un mes. En la TV veo la escena IV del acto III de Hamlet por enésima vez. Me pregunto si todaví­a harán de esos camafeos... Tal vez, a la noche refresque y pueda volver a mis libros. Por ahora... quién lo dice...

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sábado 9 de abril de 2005

El Papa que nos enseñó a morir

He actualizado mi Portafolio con una nota de reflexión sobre los efectos de la muerte de Juan Pablo II y su posible significación social, a la luz de conceptos psicoanalí­ticos. Espero que sea de su agrado. Hasta pronto.

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sábado 2 de abril de 2005

Adios al Papa

Mientras Juan Pablo II se encamina al Señor no deja de dar testimonio de la presencia de Cristo en el mundo, es decir, de evangelizar. El primer testimonio de todos es, quizás, haber presenciado el hecho inédito de un acto de oración formado por miles de millones de personas, sin distinción de credo. El viernes 1 de Abril, por la noche, el mundo entero se unió en oración por largas horas. Otro signo evangelizador creo que ha sido la fuerza espiritual con la que enfrentó su enfermedad. En éste se puede ver claramente cómo el mal no es ni escándalo para la fe ni argumento contra la existencia de Dios. Un tercer testimonio: por la ausencia potencial de Juan Pablo II el mundo reconoce su clara sensación de desprotección y desamparo. Lejos de una interpretación superficial que tuviera que ver con la angustia existencial de la libertad ante la ausencia de una figura paternal y sobreprotectora, su fallecimiento pone en evidencia que sin la Iglesia el mundo no serí­a mejor -como tantas veces se ha afirmado-, sino al contrario; y esto no ha sido constatado deductiva sino afectivamente: la oración unió al mundo en el amor a un hombre y, en tanto humanidad, nos hicimos responsables de nuestro deseo que tenga una buena muerte, responsables ante Dios, el prójimo y nosotros mismos. ¡Qué lejos está todo esto de nuestro comportamiento ante las guerras, especialmente la última! ¡Qué pequeño aparece el mal ante un mundo que reza unido! La Fe, la Esperanza y el Amor, tesoros eclesiales, se los debemos a los evangelizadores que nos precedieron. Podríamos ver una señal más. Su agoní­a comenzó el viernes de Pascua y era casi imposible no asociar una muerte con otra. En su fortaleza y su fe subyací­a la figura de Jesús, obediente y fiel hasta último momento. Juan Pablo II así­ lo quiso también, pues aún teniendo el beneficio de la renuncia -por la que nadie le hubiera objetado nada- mantuvo su fidelidad al llamado vocacional hasta el último aliento dando testimonio de la Vida en Dios. Por su fidelidad responsable hasta las últimas consecuencias, el mundo se unió en la responsabilidad por él; en otras palabras, él no abandonó a Cristo, y el mundo, no lo abandonó a él. ¿No es eso un Pastor? ¿No fue Pastor de todos? Mis últimas palabras son de agradecimiento por sus incansables mediaciones a favor nuestro, y especialmente de Argentina y Chile, paí­ses de los que tantas vidas jóvenes salvó de la muerte. ¡Que necio nos aparece el comentario de quienes crucificaron a Jesús: "Salvó a otros y no puede salvarse a sí­ mismo"! Sin embargo, este es el misterio de nuestra fe: la Resurrección de Jesús, la entrega a Aquél que nos puede resucitar de entre los muertos.

"El Señor te guardará de todo mal; Él guardará tu alma" Salmo 121, 7.

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